LA LEY DEL KARMA


¿QUE ES EL KARMA? Significa que todo lo que hacemos, con el cuerpo, el habla o la mente, tiene su resultado correspondiente. Toda acción, aun la más insignificante, está llena de consecuencias. Dicen los maestros que incluso un poco de veneno puede causar la muerte, y que incluso una semilla minúscula puede convertirse en un árbol enorme. Y Buda dijo: «No descuides las acciones negativas sólo porque son pequeñas; por pequeña que sea una chispa, puede incendiar un pajar grande como una montaña». Y también: «No descuides las buenas acciones pequeñas creyendo que no aportan ningún beneficio; incluso las menores gotas de agua acaban llenando un recipiente enorme». El karma no se deteriora como las cosas externas ni se vuelve jamás inoperante. No puede ser destruido «por el tiempo, el fuego ni el agua». Su poder no desaparece nunca, hasta que madura.

Aunque quizá las consecuencias de nuestras acciones no hayan madurado aún, lo harán inevitablemente cuando se den las condiciones adecuadas. Por lo general, tendemos a olvidarnos de lo que hacemos, y las consecuencias no nos dan alcance hasta mucho después, cuando ya no somos capaces de relacionarlas con sus causas.

Los resultados de nuestras acciones suelen presentarse tarde, incluso en vidas futuras; no podemos atribuirles una causa, porque cualquier acontecimiento puede ser una combinación complejísima de muchos karmas que han madurado juntos. Así, tendemos a suponer que las cosas nos ocurren «por casualidad», y cuando todo va bien lo achacamos a la «buena suerte».

Sin embargo, ¿qué otra cosa, si no el karma, permite explicar de un modo satisfactorio las pronunciadas y extraordinarias diferencias que hay entre nosotros? Aunque hayamos nacido en el mismo país o en la misma familia, o en circunstancias semejantes, todos tenemos un carácter distinto, nos suceden cosas completamente distintas, tenemos distintos talentos, inclinaciones y destinos.

Dijo Buda:

«Lo que eres es lo que has sido, lo que serás es
lo que haces ahora».


Padmasambhava aún fue más lejos:

«Si quieres conocer tu vida pasada, contempla tu estado presente; si quieres conocer tu vida futura, contempla tus acciones presentes».

La clase de nacimiento que tendremos en la próxima vida viene determinado, pues, por la naturaleza de nuestras acciones en ésta.

Y es importante no olvidar nunca que el efecto de nuestras acciones depende por completo de la intención o motivación a que responden, y no de su envergadura.

Así pues, es nuestra motivación, ya sea buena o mala, la que determina el fruto de nuestros actos.

Shantideva dijo:

“Todo la dicha que hay en este mundo, toda
proviene de desear que los demás sean felices;
y todo el sufrimiento que hay en este mundo,
todo proviene de desear ser feliz yo."'


Me ha impresionado mucho descubrir la asombrosa precisión con que los informes sobre las experiencias de casi muerte confirman la verdad del karma. Uno de los elementos característicos de la experiencia de casi muerte, un elemento que ha dado mucho que pensar, es el «repaso panorámico de la vida». Al parecer, las personas que pasan por esta experiencia no sólo repasan con toda nitidez los acontecimientos de su vida pasada, sino que también pueden contemplar las más profundas implicaciones de todos sus actos. Experimentan, de hecho, la gama completa de efectos que sus actos produjeron sobre los demás y todos los sentimientos, por turbadores o desagradables que fueran, que suscitaron en ellos:

Toda mi vida fue sometida a examen. Muchas de las cosas
que experimenté me hicieron sentir avergonzado, porque me
parecía tener un conocimiento distinto. [...] No sólo lo que
yo había hecho, sino cómo había afectado a otras personas.
[...] Descubrí que ni siquiera los pensamientos se pierden."

Mi vida pasó ante mí. [...] Lo que ocurrió fue que volví a
sentir todas las emociones que había sentido en mi vida. Y
mis ojos me mostraban la base de cómo esa emoción afectó
a mi vida. Lo que mi vida había hecho hasta ese momento
para afectar las vidas de otras personas. [...]

Yo era aquella misma gente a la que había hecho daño, y
era aquella misma gente a la que había ayudado a sentirse
bien.

Fue revivir totalmente todos los pensamientos que había
tenido, todas las palabras que había pronunciado y todos los
actos que había hecho en mi vida; más el efecto de cada
pensamiento, palabra y acto sobre todas y cada una de las
personas que alguna vez se habían acercado a mi entorno o
mi esfera de influencia, tanto si las conocía como si no...;
más el efecto de cada pensamiento, palabra y acto sobre
el clima, las plantas, los animales, la tierra, los árboles, el
agua y el aire.

Creo que estos testimonios deben tomarse muy en serio, pues nos ayudarán a todos a comprender plenamente las implicaciones de nuestros, actos, palabras y pensamientos, y nos inducirán a ser cada vez más responsables. He observado que mucha gente se siente amenazada por la realidad del karma, porque empiezan a darse cuenta de que no pueden escapar a esta ley natural. Hay quienes manifiestan un desprecio absoluto por el karma, pero en su interior albergan profundas dudas sobre su propia negación. Puede que durante el día muestren un osado desdén hacia toda moralidad, una confianza artificial y despreocupada, pero a solas por la noche su mente está con frecuencia sombría y angustiada.

Tanto Oriente como Occidente tienen su propia manera de eludir las responsabilidades que se derivan de la comprensión del karma. En Oriente la gente utiliza el karma como excusa para no prestar ayuda a nadie, alegando que, sufran lo que sufran, se trata de «su karma». En el Occidente «librepensador» hacemos lo contrario. Los occidentales que creen en el karma a veces son exageradamente «sensibles» y «cuidadosos» y dicen que ayudar efectivamente a alguien equivale a entrometerse en algo que esa persona «debe resolver por sí misma». ¡Qué manera de evadirse y de traicionar nuestra humanidad! ¿Acaso no podría decirse con el mismo fundamento que es nuestro karma encontrar el modo de ayudar?.

Conozco a unas cuantas personas ricas. La riqueza podría ser su destrucción, si fomenta en ellas la indolencia y el egoísmo; por otra parte, podrían aprovechar la oportunidad que les ofrece el dinero para ayudar realmente a otros, y, de ese modo, ayudarse a ellas mismas.

Nunca debemos olvidar que es por medio de nuestros actos, palabras y pensamientos como obtenemos una elección. Y si queremos podemos poner fin al sufrimiento y a las causas del sufrimiento, y contribuir a que despierte en nosotros nuestro verdadero potencial, nuestra naturaleza de buda. ( Un buda es una persona que ha puesto un definitivo final al sufrimiento y la frustración, ha despertado completamente de la ignorancia, abriendose a su basto potencial de sabiduria y así ha descubierto una paz y una felicidad duraderas e inmortales).

Albert Einstein dijo:

Un ser humano es parte de un todo al que llamamos "universo», una parte limitada en el tiempo y en el espacio. Este ser humano se ve a sí mismo, sus pensamientos y sensaciones, como algo separado del resto, en una especie de ilusión óptica de su conciencia. Esta ilusión es para nosotros como una cárcel que nos limita a nuestros deseos personales y a sentir afecto por unas pocas personas que nos son más próximas. Nuestra tarea ha de consistir en liberarnos de esta cárcel ampliando nuestros círculos de compasión de modo que abarquen a todos los seres vivos y a toda la naturaleza en su esplendor.

Aquellas personas que dominan la ley del karma y alcanzan la realización pueden elegir seguir regresando vida tras vida para ayudar a otros.
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